“Debemos votar la directiva sobre el deber de vigilancia de las empresas el 14 de febrero”

“Debemos votar la directiva sobre el deber de vigilancia de las empresas el 14 de febrero”

Dn un contexto marcado por crecientes desafíos ambientales y sociales, la Unión Europea (UE) ha dado un paso decisivo e histórico al adoptar en diciembre de 2023 la directiva europea sobre el deber de vigilancia de las empresas en materia de sostenibilidad (Corporate Sustainability Due Diligence Directory, CSDDD ), al final de un proceso democrático de negociación interinstitucional –conocido como diálogo tripartito– que duró cuatro años y durante el cual se tuvieron en cuenta los puntos de vista de una amplia gama de partidos.

Por tanto, era razonable pensar –y se esperaba– que, el viernes 9 de febrero, el acuerdo alcanzado en diálogo tripartito entre los representantes del Parlamento Europeo, el Consejo de la UE y la Comisión Europea recibiera el voto favorable de los miembros. de los gobiernos que forman parte del Comité de Representantes Permanentes del Consejo de la UE. Bueno no…

De hecho, Bélgica, que preside el Consejo, decidió posponer la votación hasta el 14 de febrero. De hecho, la mayoría cualificada necesaria para su aprobación se vio amenazada por el riesgo de abstención de varios países, en particular de Berlín, tras la rebelión del FDP, partido liberal miembro de la coalición gubernamental alemana. ¿A qué se deben estos idas y vueltas de última hora, cuando muchas empresas piden una legislación europea unificada sobre el respeto de los derechos humanos y el medio ambiente?

Hacia prácticas más virtuosas

Recuerde que el CSDDD tiene como objetivo establecer un marco legal vinculante para las grandes empresas, con el fin de regular los impactos negativos de su cadena de actividades sobre el medio ambiente y los derechos humanos. Es parte de una continuidad histórica que comenzó en el año 2000 bajo el liderazgo de Kofi Annan, quien, en Davos en 1999, justificó ante las empresas multinacionales la importancia de dar “una cara humana al mercado”.

Se ha propuesto un marco de acción (el Pacto Mundial), iniciativas no vinculantes y estándares voluntarios, como los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos de la ONU impulsados ​​por John Ruggie, y los Principios Rectores de la OCDE para empresas multinacionales, con el fin de guiar a las empresas a conciliar los intereses del desempeño económico y el respeto por las personas y el planeta.

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Pero esta transición hacia prácticas empresariales más virtuosas tuvo dos velocidades. Algunas empresas adoptaron estos cambios más rápidamente que otras, mientras que otras permanecieron al margen, limitadas a acciones puntuales, a menudo vistas como esfuerzos aislados que no abordan los problemas sistémicos que están en el centro de las operaciones comerciales.

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